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miércoles, 15 de diciembre de 2010

EL HOMBRE SALVADOR Y LA AUTOESTIMA EN LA MUJER




                Ante todo deberíamos definir la autoestima, ¿qué es? Podríamos decir que se trata de la conciencia del propio valor que cada uno tiene de sí mismo/a. Tener autoestima es quererse, darse valor (esto no tiene nada que ver con muestras mezquinas de falso orgullo que pueda lastimar a otros), se trata de darse el lugar que uno cree que se merece, exigir de otros una determinada forma de comportamiento, respeto, amor… ¿Tú tienes autoestima? ¿Te valoras? ¿Cuánto?

                Cuántas preguntas, ¿no?, pero es necesario hacérselas ya que poseer autoestima es el ingrediente fundamental a la hora de establecer relaciones de todo tipo, pero más importante todavía cuando se trata de relaciones afectivas.

                Si la pareja que se ha acercado a ti te ama lo suficiente, procurará que tu autoestima se eleve y seas un ser independiente. Ahora bien, como la independencia va de la mano de la libertad, si tu pareja es insegura, tratará por todos los medios de golpear tu autoestima para evitar que te afirmes, te relaciones y crezcas como ser humano por miedo a que eventualmente lo abandones.

                Estos mecanismos son sumamente perniciosos para tu integridad síquica y espiritual y serán la causa de que todo te salga mal. Con un índice tan bajo de autoestima no te creerás capaz de conseguir un empleo, un buen sueldo, cursar una carrera, aprender un oficio…es obvio que si tú misma no te tienes fe, las cosas saldrán torcidas y él te dirá que claro, es así, porque no eres capaz de nada, y se crea así un círculo vicioso del que es prácticamente imposible salir. Así dependerás siempre de él que, seguramente, si observa algunos de estos manejos, será tiránico y arbitrario. Ten por seguro que eso no es amor, aunque él te diga lo contrario, quien ama contribuye a que el otro (la pareja) se convierta en un ser pleno y feliz.

                ¿Cuál es la raíz de una baja autoestima? Si bien es cierto que el carácter básico de cada uno contribuye mucho a poseer una buena idea del propio valer de uno mismo, muchas veces, más allá de esto, la crianza de unos padres ignorantes o coartadores de la libertad de los hijos, les siembran desde pequeños ideas como: ¡No servís para nada! ¡Ya decía yo que era demasiado bueno para vos!, creando en ti una idea muy arraigada de que nunca lograrás nada bueno ya que no eres capaz de nada. Una forma para sacarte esas creencias que te demoran en la vida e impiden lograr lo que deseas es tratarte con un terapeuta. A veces pasan años antes de que pueda una persona evolucionar en sus pensamientos acerca de sí misma y lograr lo que se propone. Además, si fuiste criada de esa manera lo más probable es que caigas en manos de una pareja autoritaria que te impida realizarte, ya que todos, inconscientemente tratamos de reproducir la figura de los padres en las parejas. Por otro lado, una mujer íntegra que está acostumbrada a que la valoren y la inciten a realizar cosas y a triunfar, difícilmente se adaptará a una pareja que la desvalorice, sencillamente porque esto es desconocido para ella.

                   En cuanto al concepto del “hombre salvador” tiene mucho que ver con el tema de la mujer criada en una autoestima baja ya que, durante toda su vida se vio infravalorada, sintió que era insignificante y este hombre que se le acerca le dice que es importante para él, que es hermosa, todos halagos nuevos para ella, acostumbrada a que nunca tuvo ningún relieve en la vida familiar a que nadie le ha dado importancia nunca, este hombre entonces pasa a ser su dios…Ahora bien, si ese hombre no es bueno, puede llegar a manipularla hasta límites increíbles y entonces ella pasa de una esclavitud a otra y como no se valora y nunca tuvo a nada a nivel emocional, cree que este hombre es maravilloso y sigue en ese cautiverio emocional.

                   En próximas entregas, les enseñaré algunos ejercicios para fortalecer la autoestima. Hasta prontito.

jueves, 25 de noviembre de 2010

COMO INTEGRAR EL PASADO SIN QUE NOS DAÑE




        El pasado nos pertenece irremediablemente, forma parte de nuestra historia y no podemos prescindir de él. Todo esto es real y sería, además, perjudicial que olvidáramos aquellas experiencias que no nos resultaron satisfactorias ¿Por qué? Porque, sencillamente, cometeríamos los mismos errores que en su momento nos llevaron a sufrir desilusiones y decepciones.

        Si bien es verdad que el ser humano es el único animal que choca dos veces con la misma piedra, debemos ejercitarnos en el aprendizaje de integrar nuestro pasado, aprovechar la experiencia que nos ha dejado, pero sin permitir que nos duela nuevamente o, lo que es peor aún, que no nos permita avanzar…Vivir en el pasado es detenerse, sin perspectivas de nuevas experiencias a las que no accedemos por temor, en pocas palabras, es morir en vida.

                Convengamos en que un factor primordial en la elaboración de los duelos (amores frustrados, desengaños, muertes) es el tiempo. “El tiempo todo lo cura” dijeron y dicen…Pero, ¿cuánto tiempo? Pregunto esto porque recuerdo que una clienta una vez me comentó que elaborar el duelo de tres muertes de seres allegados, de su familia, le había tomado quince años. Esto, calculando sobre la base de una vida que durara sesenta años, implicaría una cuarta parte de la existencia. Esta mujer en particular falleció a los sesenta y cuatro años. Aunque respete la forma de ser de los demás y sus particulares formas de sentir, creo que es demasiado tiempo perder una cuarta parte de la vida en dolores y lamentaciones. Si sabemos mirar,  la vida despliega ante nosotros un gran abanico de posibilidades,  las cuales podremos descubrir, sólo dándoles una mirada, teniéndolas en cuenta.

                Volviendo al tema del aprendizaje y de la integración diré, pues que, si bien el paso del tiempo hace su obra, nosotros debemos colaborar con nuestro esfuerzo… ¿Cómo?...practicando el desapego, o sea, si bien recordamos los hechos, no debemos revivir cada escena, cada detalle que termina llevándonos a las lágrimas y la desesperación. El tiempo transcurrido debe transformarse en nuestro aliado y ayudarnos a mirar las situaciones del pasado con otra perspectiva, poder ver aquello que en su momento, por estar demasiado inmersas en una situación, no supimos ver y, por ende, manejar.

                Una de las conductas principales a seguir en este ejercicio del desapego es no permitirnos caer en las trampas mentales. Yo le llamo así a esas situaciones en que nuestra propia mente nos juega en contra llevándonos de a poco a recordar hechos y situaciones del pasado en que éramos felices con aquel a quien hemos perdido, situaciones que ya no son, y cuando queremos darnos cuenta, nos encontramos atrapadas en una situación dolorosa que no nos lleva a ninguna parte…o mejor dicho, nos conduce a un dolor intenso del que apenas podremos reponernos sin permitirnos avanzar en el camino que nos queda por delante.
                A este respecto, yo les propongo a mis clientas que practiquen un ejercicio que suele dar muy buenos resultados: imaginen que en una habitación de nuestra casa, hay - pendiendo del techo - una hoz muy afilada y que para poder salir a la calle, deben pasar muy cerca de ella, con peligro de que las lastime. ¿Qué harías? Les pregunto.

                En general, la mayoría propone pasar sin permitir que la guadaña las lastime, otras proponen quitar la guadaña (olvidar el pasado completamente) o no salir a la calle (quedarse en el tiempo y no seguir con su vida). La primera propuesta es la coherente ya que esa afilada guadaña que lastima es el pasado al que debemos tener presente aprovechando sus enseñanzas (pegamos un rodeo alrededor de la guadaña y salimos a la calle). Al salir a la calle estamos impidiendo que nos lastime otra vez o que nos  impida seguir con nuestra vida; obviamente la calle simboliza la continuidad de nuestra existencia y la búsqueda de nuevas experiencias. En la articulación de estas dos situaciones está la clave para sobrevivir al pasado y servirse de sus enseñanzas para continuar con nuestra vida. Ensáyenlo, ¡Buena suerte!

sábado, 2 de octubre de 2010

El Amor, una cuestión complicada



Cuando éramos niñas nos enseñaron que una chica y un chico se conocían, se enamoraban, se casaban (en ese orden) y vivían felices para siempre. En realidad, la película debió empezar ahí…luego del casamiento, o, para actualizarnos un poco, a partir del comienzo de la convivencia, ya que el casamiento o la vida en común no es el final sino el comienzo de un largo camino, sembrado de muchos obstáculos a veces difíciles de sortear…

Yo creo, a riesgo de ser o parecer anticuada, que uno de los problemas más graves (de hecho la lista es generosa) que impiden la permanencia o florecimiento del amor es el excesivo apego a la libertad y al placer, o sea, soy libre, hago lo que quiero, me gusta tal, me gusta cual, voy y ¡adelante!. Esto se aplica a hombres y mujeres… De hecho, no condeno la búsqueda del placer ya que forma parte esencial de la naturaleza humana; lo condenable es cuando esta búsqueda se transforma en un único móvil, un solo motivo, se agota en la búsqueda de placer por el placer mismo.

Muchas veces un momento de diversión así encarado, se paga caro, debido a que en toda relación humana – mal que nos pese – tarde o temprano intervienen los sentimientos (recordemos al caprichoso Eros disparando flechas a ciegas) es decir, podemos llegar a desarrollar emociones y expectativas imposibles de imaginar y de manejar con una persona con la cual lo único que nos motivó fue un encuentro divertido, un chispazo de intimidad o como se le llame.

Podría afirmar que el hombre más que la mujer, en un alto porcentaje, diría yo, rehúye sistemáticamente al compromiso y – por ende – este sobrevalorado amor a la libertad lo lleva a desarrollar sólo contactos ocasionales con escapadas y reapariciones que la mujer no entiende pero que la mayoría de las veces justifica.

Frente a esta situación y por miedo que el hombre se ponga en fuga, la mujer deja que se maneje con total libertad y así lo que logra es que él jamás se defina solucionando la situación que impide que la pareja se concrete firmemente.

Por otro lado, resulta sumamente desgastante tener un encuentro íntimo sabiendo que luego, tal vez pase mucho tiempo antes de volver a verlo…quizá luego de un mes o dos se te presente en tu casa o te lo encuentres casualmente y, por supuesto, no te dará ninguna explicación por su desaparición. Está en ti, amiga, lograr una continuidad en la relación y sobre todo, hacer que te respete. Si tú no te respetas, no te amas, así que él tampoco lo hará…

En cuanto a los arcanos del tarot que reflejan esta situación de excesivo apego a la libertad tenemos una carta clave: El Loco, esta es la carta, entre otras significaciones, del que se marcha con su hato de ropa a la espalda, a disfrutar el mundo, caminando sin rumbo fijo, dejando atrás el pasado…cuando alguna mujer me pregunta qué siente el hombre por ella y sale esta carta, realmente hay muy pocas garantías de permanencia o de sentimientos hacia ella…Este hombre valora mucho más su libertad que la relación que ella pretende sostener. Si el arcano sale invertido es peor aún ya que apunta a mayor irresponsabilidad e inestabilidad, inclusive mental, además de afectiva.